domingo, 2 de septiembre de 2012

Este ardiente verano

Anoche salimos a festejar la rentrée y la vuelta a la normalidad, resulta que llegó un fresco vientecito que nos hizo sentir que realmente el verano se acaba. Ya era hora, que vaya canícula que hemos sufrido desde mayo, ay, pero la brisita se tornó en desagradable ventarrón que nos pilló todavía con la braga puesta y la camisetita, o sea, que pasamos un frío de pelotas.
En nuestro sitio fetiche estaba la gente de siempre, mucha celebrity y alguna famosilla de esas que no sabes muy bien si son putas o aspiran a serlo; mucha ida y venida al baño a meterse rayas, qué pereza ¿no?
En Mallorca estuve 8 días revisitando viejos y queridos lugares, todo ello con viejos y queridos amigos; me alojé cerca de Marivent, pero ni atisbo de los royals, aunque a mí todo eso me da de lado totalmente. Fuimos a Es Mussol, maravilloso restaurante de cocina mallorquina en Génova, con una deliciosa terracita que hacía las noches de Palma un poco menos insportables. Durante el día, he estado metido en el agua como los garbanzos del cocido, no podía ser de otra manera.
El mar, ofrendas a Yemanjá, miel, colonia y piña.
Tranquilas veladas con gazpacho, vinos, partidas de cartas y entretenidas charlas con buenos amigos.
Después el sur de Francia, aparecimos en la Aquitania a navegar por la Garonne, ola de calor que los franceses no esperaban, allí muy bien, aunque los restós de los pueblos cierran a las 8 de la tarde, para ellos no hay crisis. Tuve que volver antes por un percance, no es nada.
Días de navegación, vino y risas.
El río, ofrendas a Oxun, miel y colonia.
La normalidad es necesaria, la rutina, natación, andar, trabajar, el enfrentamiento que me espera ahora de todos mis contrarios, jurídicamente hablando, claro. Pero puedo con todo eso, y con más. La vida no deja de sorprenderme. Las compañías aéreas que asesoro tienen la osadía de seguir confiando en los consejos que les doy, mis clientes parece que vuelven. Yo bien
La sorpresa del verano me la llevo cuando voy a ver "Orquesta de Señoritas" en el Teatro Amaya, siete hombres en un escenario derrochando talento, liderados por un Juan Ribó por quien parecen no pasar los años, tiene cuerpo de veinteañero.
El corazón, tranquilo

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me alegro de tus ofrendas, de tu saber estar y de setir esos latidos del corazón caminado lentamente sin prisas por ese camino que es la vida.

Un abrazo entrañable.