sábado, 15 de septiembre de 2012

Recordando a Bateman

En el verano de 1991 leí "American Psycho", del genial Bret Easton Ellis. La novelita se las trae, narra la vida de Patrick Bateman, un psicópata asesino que tortura y mata personas y a veces hasta las mete en el microondas o introduce ratas en la vagina de una mujer para que le desgarre por dentro. O sea, un loco.
Mientras tortura, mata, descuartiza o mete trozos de muslo en el congelador, Bateman narra la historia del Nueva York de los 90, pre torres gemelas, pero que no ha cambiado mucho a la gran urbe que es ahora. Sitios de moda, restaurantes de a 120 dólares el menú de mediodía, brokers de Wall Street con zapatos de cocodrilo de 1.500 dólares y todo en ese plan; supe de muchas marcas de moda en este libro, porque el tipo se las sabía todas. Bateman cuenta lo que hace, las tías que se levanta, las copas en Nell's, el gimnasio al que va, la música que escucha en su walkman mientras corre sobre la cinta ( entonces es lo que había, hoy Patrick escucharía lo último de Adele en un iPhone 5 ), la ropa que lleva a diario, por supuesto, toda de marca, el precio de las peramanzanas japonesas que compra en Griede's y lo pirados que están todos.
Easton Ellis ha retratado de forma espectacular, tanto en esta novela como en " Glamourama", o "Menos que Zero" , el panorama de los WASP americanos, las fiestas de los niños de papá tanto de Nueva York como de la costa Oeste, que esos sí son niños de papá de verdad, los de aquí de Sotogrande o La Moraleja son una mala imitación de lo que se cuece por allí.
Hace 20 años nunca pensé que ese tipo de personajes fuera real, pero es verdad que Ellis ya vió venir el desmantelamiento y la puesta en escena de un montón de perturbados que han estado haciendo de las suyas durante años y que están siendo ya descubiertos.
José Bretón es un Bateman de pueblo y menos refinado, pero Bateman, asesino, psicópata y despiadado, es un bendito al lado del andaluz, porque Bateman no tiene hijos y es un enfermo; éste es calculador, vengativo y tan maquiavélico que es capaz de haber matado a sus hijos para vengarse de su mujer.
La realidad supera la ficción; nos llegan detalles de lo que hizo con ellos, sólo él estaba allí para verlo, pero solo pensarlo es horrible, le llena a uno de impotencia y rabia. Le caerá el trullo que sea y algún día saldrá, porque por suerte para él, vive en una democracia que no le condena a muerte ni a perpetua; tendrá, aunque ya muy mayor, una oportunidad que él mismo no ha dado a sus hijos.
El torturador y asesino Bolinaga sale a la calle, otro con suerte, porque la vida le da la oportunidad de que su puta vida se acabe fuera de la cárcel, muriéndose en los brazos de alguien querido y no entre barrotes, que es lo que se merece. El juego democrático es lo que trae, a veces no hace gracia.
Bateman, en su permanente delirio, hace constantes referencias a la música de "Los Miserables", en aquellos años para mí totalmente desconocida; un día, por curiosidad, compré el CD de este musical y desde entonces es un referente en mi vida. Valjean, Cosette, Javerti y Marius forman parte de mi discoteca de cabecera, aunque el descubrimiento haya sido a través de este detestable personaje.
Hay otro tipo de asesinatos, los crímenes de la memoria, la profanación de la dignidad de los muertos; un ejemplo, la emisión por la cadena Ser de la última conversación de los pilotos del avión accidentado de Spanair. Qué pena que los muertos no pueden poner querellas. 
 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué crudo, pero qué manera de conectar con esa parte de la vida que nos toca a todos tan de cerca.

Adelante con ello.