lunes, 21 de julio de 2008

CAMINO DE SANTIAGO, 19 DE JULIO. EL DESCUBRIMIENTO DE PAMPLONA

Recuerdo haber pasado de largo por una avenida de esta ciudad cuando vine a Navarra a la boda de Mónica Cadena, en el 99, pero no me quedé. Voy recorriendo la ciudad y sorprendiéndome de sus grandes avenidas, parques y espacios al aire libre. Llego al casco antiguo y flipo, me encanta. Pateo todas aquellas calles que sólo oía en los telediarios en Sanfermines, cuando salen los toros: Estafeta, Mercaderes; visito la Catedral, hay una boda pero los turistas están dentro mirando, y descanso en la Plaza de San José, una placita cubierta de árboles donde sólo se oye una fuente


Me doy un homenaje navarro, de pinchos y buen tinto, aquí sí que saben, en una terraza de la Plaza del Castillo


Mi mochila es ligera: impermeable, un par de mudas, tres camisetas, pantalón corto para dormir, cosas de aseo, chanclas, libro, cámara, Ipod, documentación, móvil, cargador y mi diario


El calzado es cómodo comprado especialmente para el Camino, llevo un pantalón de esos de trekking que se puede hacer bermuda quitándole de las rodillas para abajo, camiseta y un jersey de cashmere que era de mi padre, de 1950, con algún agujero, pero ha durado años, le tengo cariño y no quiero tirarlo, así que se convierte en mi jersey viejo que me acompaña


Mientras compraba esta mañana el billete a Roncesvalles, en la estación de autobuses, antes de ir al casco antiguo, veo a un peregrino que, como yo, empieza al viaje; es de guía, lo lleva todo de todo, oye, mochilaza, bastón, la concha peregrina, la esterilla, cantimplora, parece un maniquí de Coronel Tapioca; después me lo encuentro en el centro haciendo fotos, como yo


Voy con antelación a la cola del bus de Roncesvalles, quiero coger los primeros asientos porque me mareo detrás, así que llego 45 minutos antes, como en los pueblos. Me siento al lado de dos americanas, peinadas de peluquería, rubias enjoyadas, pero con estilo; se abanican con una gracia que parecen dos Manolas de Córdoba. Hasta que descubro que son catalanas, una habla sólo catalán y la otra sólo castellano con acento catalán, pero muy cerrado. Aparecen 4 Toñis riéndose por todo, son canarias, madre y tres hijas


Antes de llegar a la estación paso por el Corte Inglés a comprar champú que he olvidado; en el Camino se ensucia mucho uno, y todo es como guarrete, pero uno lleva el pelo limpio siempre


El colon avisa, qué coñazo das, de verdad


Se llenan dos autobuses de peregrinos a Roncesvalles. Precioso paisaje; al llegar, voy a buscar mi credencial de pregrino y me ponen mi primer sellito. Me dirijo al albergue pero resulta que en éste no tienen sábanas ni toallas... y yo viajo sin saco y sin toalla, claro, a pesar de que en las guías dicen que muchos tienen. Bueno, además había 150 camas juntas, me recuerda la mili, así que me doy el bote y me agarro una habitación sencillita en una posada muy mona.


A las siete, misa de bendición del peregrino; aquí me doy cuenta de que esto me va a gustar, porque sigo la misa con mucho interés, cosa que no había hecho jamás hasta hoy; me mola la multiculturalidad, 20 países con representación en la peregrinación que está a punto de comenzar y que espera su bendición aunque no sean católicos. La misa es cantada con aquellas canciones que sonaban cuando yo iba a misa, las canto por lo bajini, la memoria es lo que tiene, y unas guiris se dan la vuelta y me miran


Ceno un menú de Peregrino, macarrones secos con tomate casi inexistente, trucha con patatas fritas y un yogur. A mi mesa se sienta Will, un canadiense de 20 años, que sólo habla inglés, y Michelle, una francesa de 60 que sólo habla francés y que la tía viene caminando desde París. Me paso la noche traduciéndole al uno lo que le pregunta la otra


Le echo el ojo a alguien... vamos, así como de pasada. Empieza a hacer frío aunque en el resto del país hay canícula. Me voy a dar un baño; mañana empiezo a caminar, espero que no me roce el calzado

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