Después de la catástrofe de Barajas, bien regada por algunos medios de comunicación que no saben ni lo que es un avión, pero entienden bien de echar culpas a quien sea sin tener ni zorra idea, la vida sigue su rumbo. Voy a Santander al cumple de Rosa P, que como siempre, convoca en el jardín de Canalejas a la familia y a los amiguis del verano. Allí están todos, como siempre, y siguiendo mi hoja de ruta, me retiro temprano porque yo no soy de copas ni drogas ni tabacazo, así que a la cama; aún así, son ya las 4 de la mañana cuando me abro
En Madrid, a mi vuelta, se suceden los eventos: cenas con los niños, veladas en el ático del Hotel Oscar, de la cadena Room Mate, fantásticas vistas, pero un público muy mezclado: pijos, chonis y gays vestidos de Springfield retozan en colchonetas tiradas sobre un cesped artificial. Me encuentro a Nacho M, atractivazo vascorro que está haciendo algo de trabajo. No le conozco mucho, pero me da buen feeling
También veo a Enrique C, quien nos invita a piscina y cena, con Paco, Carlos, Pablo, Oscar. Muchas risas, buena conversación y complicidad con Pablo, a quien no conocía
Subo a la sierra, veo a Cris sin los niños, está tristona
Abren un nuevo restaurante en Chueca, se llama Irureta&Martini, calle Libertad, 3. Lo lleva una pareja italo-vasca, muy graciosos, y se come la mejor lasagna de Madrid; a mediodía dan menús a 9 €, lo recomiendo
Vamos entrando en septiembre; ya hace 14 años que murió Javier G, un beso, niño
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