lunes, 19 de septiembre de 2011

El final del verano

Los meses de septiembre y octubre han sido delirantes, sin parar. Me tocó revisión, todo en orden, alguna molestia sin importancia me acecha de vez en cuando. París y Nápoles pusieron broche a este final de verano que ha estado muy bien.

Hubo rentrée en la exposición de Manuel Moreno en La Vaquería Suiza, allí se juntó todo Madrid a ver los cuadros de Manucho y a comentar el verano; los niños fueron casi todos, y Enrique andaba por allí como un poco coanfitrión.

Hacemos mariscada en casa de unos amigos, voy al cine, veo la de Almodóvar... bueno, creo que la tengo que ver otra vez, y también veo " el caso Farewell", de Kusturica, que me encantó. Y nada, que viene un invierno cargado de cosas que hacer y de proyectos.

En París me rencontré con dos fantasmas del pasado, pero muy fantasmas ehhhhhhh, uf, porque uno de ellos pensé que se había muerto, que viene a cuento por lo de Halloween.

Isabé me dice que está hasta el culo de este país, que ahora con las elecciones, todos prometiendo el oro y el moro, aunque la verdad, parece que son las elecciones menos reñidas y que el PP va a ganar las elecciones sin despeinarse, las generales y las andaluzas.

El concierto de Jimmy Barnatán resultó espectacular, canta como un negro desgranando blues y jazz desde el fondo de su alma empapada en gintonics y Marlboros.

Regreso a Nápoles después de dieciséis años, y me reencuentro con esa maravillosa ciudad que me fascina; hago escapada a Capri y me baño en las aguas donde en el 95 disfruté en la villa de mi amigo Maurizio Borghese. Maurizio sigue igual, aunque con chica nueva y con hijos pequeños que son adorables y educadísimos. Nos habíamos perdido la pista pero ya estamos reencontrados de nuevo, merece la pena conservar amigos así.

Voy a un congreso de abogados en Londres, cuento cosas sobre la maternidad subrogada, que es lo que viene ahora, no como moda para seguir a Bosé y Ricky Martin, sino como remedio a las tremendas dificultades que existen en los procesos de adopción internacional y nacional. Y yo por supuesto estoy a favor. En la capital británica veo a Mon González Ferrán, mi amiga diplomática que está allí destinada, y nos ponemos al día; he visitado a Mon en todas sus casas, Sofía, Santo Domingo y ahora Londres.

Retomo las clases en Gestair, se incorporan más alumnos, me fascina enseñarles Derecho, aunque a ellos no parece fascinarles tanto, son más técnicos.

Hago un retiro espiritual que me viene bien, lo necesitaba, y me enfrento a un interesante curso que pinta cañón.

Sí, ya sé que escribo poco, coño.